martes, 16 de octubre de 2012

last to know.

Mientras en la ciudad la turba furibunda se bate y se agita, mientras los motores de los carros rugen y mientras las damas de sociedad murmuran, en las calles un indigente se retuerce del hambre, su dolor se ha vuelto un habito ni las oraciones servirían para dar paz a esta degenerada alma, sus intestinos ya inútiles y sus manos ya inamovibles no lo dejan ni siquiera cambiar la posición en la que agoniza de dolor, era un hombre tan repugnante que ni las aves de rapiña se acercaban para ganar un bocado fácil.

Un día de una forma impredecible como pudo logro levantarse y tambaleándose de lado a lado, golpeándose contra las paredes del callejón( que había sido su hogar hace ya muchos años) logro salir a la calle y la luz artificial de la urbe golpeo sus ojos dejándolo enceguecido, cual niño recién nacido entre cerro los ojos y poco a poco toda esta metrópolis fue tomando forma, ya con su vista recuperada al otro lado de la calle diviso una hermosa vitrina con comida de toda clase (uvas, panes, carnes, canapés, pescados y huevos también había cidra, vino, agua y hasta una pequeña botella de champaña), fijándose bien de que no haya peligro alguno cruza la calle casi que arrastrando sus pies ( que tenían un tinte morado tal vez por la gangrena y de los que salia un horrible olor).

Cuando por fin llego al otro lado de la calle y encontrando en el dolor de este sobrehumano esfuerzo un alivio, ya casi derrumbándose y alienado por el hambre toma lo primero que encuentra que resulta ser la tapa de un basurero, consiguiendo fuerzas de la nada se yergue y entra violentamente a la tienda de inmediato el dueño de esta le pide en un tono despectivo que salga inmediatamente, esto enfurece al indigente de una manera colosal, su ira era tan grande como su hambre, así que este inicia un sádico ataque contra el tendero, lo golpeo hasta que su cara ya no estaba hay, lo único que pudo escuchar el tendero antes de su muerte  fue la palabra "comida" que salia de le labios con un claro deseo y claridad entre los balbuceos del indigente.

 El indigente voltea la cara después del violento ataque, parado en un esquina de la tienda esta un empleado que tembloroso y sudando miedo por cada parte de si  mete en una bolsa de papel comida, bebida y algunos billetes de la caja, el indigente se llena de felicidad arranca la bolsa de las manos del empleado y se dirige lentamente a la salida con una sonrisa en la cara mientras come una hogaza de pan que tomo del mostrador; de repente: PUM¡ PUM¡- dos disparos retumban en el umbral de la tienda y caen al suelo el indigente y el pobre temeroso empleado ambos con balas en la cabeza.

Horas después la policía revisa las cámaras de seguridad del lugar del episodio final solo se ve una oscura y macabra figura que se agacha y toma una manzana que cayo al suelo de la bolsa del indigente se levanta, da la vuelta y se aleja por la melancólica calle al final de la grabación se lo ve doblar en la esquina y se oye una risa fuerte y frenética como si fuera la del mismo demonio.

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